28 de julio de 2008

La terrenal memoria que Gramsci alumbra

Es cierto, aunque la mora sea el mal que tanto afecta a la justicia argentina, la justicia llega. En este tiempo, mientras marchaba el juicio al genocida Mario Benjamín Menéndez (*) y el temporal pasaba con secuelas por esta parte del sur de nuestra América, se me hizo casi necesario volver sobre un emblemático escrito de juventud de Antonio Gramsci. Politólogo, sociólogo y militante, cuya obra aunque marginada de muchos ámbitos académicos sigue resistiendo ese ‘olvido’, Gramsci concibió con dureza ‘Odio a los indiferentes’, texto publicado por primera vez el 11 de febrero de 1917. Gramsci murió el 27 de abril de 1937 en un hospital penitenciario, apenas 6 días después de haber recobrado formalmente la libertad, tras cumplir más de diez años de cárcel de los más de veinte años a los que había sido condenado por un tribunal mussoliniano.
Tengo las tripas menos revueltas desde hace días. Cierta dicha nos vuelve al cuerpo con ese fallo de la justicia. Vuelve a mí ese Juan Gelman que siempre nos alumbra.
“La memoria es una cajita
que revuelvo sin solución. No encuentro
umbrales. ¿Es
una forma de la emoción?
A medias sola, odiada,
prospera su ira de fuego”.
Tengo las tripas menos revueltas desde hace días. La justicia llega, mientras la memoria nos abrigue, mientras el olvido nos recuerde las ausencias.

Odio a los indiferentes

"Odio a los indiferentes, creo que (...) Vivir significa tomar partido. No pueden existir solamente hombres, extraños a la ciudad. Quien verdaderamente vive no puede dejar de ser ciudadano y de participar. La indiferencia es abulia, parasitismo, ruindad; no es vida. Por eso odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que se sofocan los entusiasmos más generosos, es el pantano que circunda la vieja ciudad y la defiende mejor que el más sólido de los muros, mejor que el escudo de los guerreros, y que atrapa a los invasores, haciéndolos desistir de la empresa heroica.
La indiferencia actúa potentemente en la historia. Actúa pasivamente, pero actúa. Es la fatalidad; es aquello que con lo que no se puede contar; es lo que descompone los programas, subvierte los planes mejores construidos; es la materia bruta que se revela frente a la inteligencia y la destroza.
Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, el posible bien que un acto heroico puede generar, no se debe tanto a la iniciativa de los pocos que actúan , como a la indiferencia, el ausentismo de los muchos. Lo que ocurre, no ocurre tanto porque algunos quieren que ocurra, como porque la masa de hombres abdica de su voluntad, deja hacer, deja anudar lo que únicamente la espada puede cortar, deja promulgar leyes que solo la revuelta puede luego abrogar, deja acceder al poder a los hombres que luego un amotinamiento podrá únicamente derrocar.
La fatalidad que parece dominar la historia no es nada más que la apariencia ilusoria de esta independencia, de este ausentismo.
Los hechos maduran en las sombras, pocas manos no vigiladas por ningún control urden la tela de la vida colectiva, y la masa no se entera porque se despreocupa de esto. Los destinos de una época son manipulados según visiones estrechas, objetivos inmediatos, ambiciones y pasiones personales de pequeños grupos activos; y la tela urdida en las sombras se completa; Entonces parece que es la fatalidad la que viene a sacudir a todo y a todos, al que quiso y al que no quiso, al que sabía y al que no sabía, al que había sido activo y al que permaneció indiferente.
Y el indiferente se irrita, porque quisiera sustraerse a las consecuencias, quisiera que quedara en claro que él no quiso, qué no es responsable.
Unos gritan piadosamente, otros insultan en forma obscena, pero ninguno o muy pocos se preocupan: de haber cumplido también yo con mi deber, de haber tratado de hacer valer mi voluntad o mi consejo, ¿habría ocurrido lo que ocurrió?
Ninguno o muy pocos se reprochan su indiferencia, su escepticismo, no haber dado la mano y el apoyo a un grupo de ciudadanos que, precisamente para evitar ese mal, combatieron y se propusieron obtener un bien determinado.
La mayoría de ellos, en cambio, una vez ocurridos los acontecimientos prefieren hablar de fracasos ideales, de programas definitivamente sepultados y de otras estupideces semejantes. Vuelven a insistir así un su falta de responsabilidad. Y no porque sean incapaces de ver las cosas con claridad, y de que hasta sean capaces de imaginar hermosas soluciones para problemas muy urgentes (...) Pero estas soluciones permanecen hermosamente infecundas, pero esta contribución a la vida colectiva no esta animada por ninguna luz moral; es producto de una mera curiosidad intelectual y no de un punzante sentido de responsabilidad histórica que quiere a todos activos en la vida, que no admite agnosticismos e indiferencias de ningún género.
Odio a los indiferentes porque me indignan sus lloriqueos de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno del modo en que se hizo cargo de la tarea que la vida le impuso y le impone cotidianamente, de lo que hizo y en especial de lo que dejo de hacer.
Y siento que puedo ser inexorable, que no tengo derecho a dejarme arrastrar por la piedad, que no debo compartir con ellos mis lagrimas.
Tomo partido, vivo, siento en las conciencias viriles de los que están de este lado pulsar la actividad de la ciudad futura que estamos construyendo.
Y en ella la cadena social no pesa sobre pocos, en ella cada cosa que sucede no se debe al azar, a la fatalidad, sino a la inteligencia activa de los ciudadanos. No hay nadie que esté en la vereda mirando a los pocos que se sacrifican, que se desangran hasta el sacrificio mientras el que está en la ventana, al acecho, pretende usufructuar del poco bien que la actividad de los pocos provee y desahoga su desilusión vituperando al que se sacrifica, al que se desangra, porque no tuvo éxito en su intento.
Vivo, tomo partido. Porque odio al que no participa, odio a los indiferentes".

Antonio Gramsci. Extracto de “La Ciudad Futura”, revista cultural publicada por el mismo Gramsci. 11 de febrero de 1917.

* El jueves 24 de julio de 2008, el Tribunal Oral Federal de Córdoba (Argentina) sentenció a prisión perpetua al represor Luciano Benjamín Menéndez, alias “La Hiena de La Perla” y ex titular del Tercer Cuerpo del Ejército, acusado de tortura y muerte de cuatro jóvenes militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), ocurridos en 1977. A la vez, en la lectura de la sentencia revocaron la prisión domiciliaria, por lo que cumplirá condena en una cárcel común.
Además de Menéndez, de 81 años, fueron sentenciados los militares represores Hermes Rodríguez, de 75 años, a 22 años de prisión; Jorge Acosta, a 22 años de prisión por su participación como jefe operativo del centro clandestino de detención "La Perla"; Luis Manzanelli, a prisión perpetua; Carlos Vega, a 18 años de prisión. También los represores Oreste Padován, Ricardo Lardone y Carlos Díaz, fueron condenados a prisión perpetua. Todos deberán cumplir condena en cárceles comunes por las muertes, por haber sido hallados culpables por el secuestro, la tortura y el asesinato de Humberto Brandalisis, Hilda Palacios, Raúl Cardozo y Carlos Lajas Lajas, quienes fueron acribillados por los militares en un simulacro de enfrentamiento en la capital cordobesa en la madrugada del 15 de diciembre de 1977.

Imagen: “Desaparecidos”, pintura dibujo de Ricardo Carpani (Buenos Aires, 1930-1997), fundador del movimiento Espartaco y acaso uno de los artistas plásticos más importantes de la pintura argentina.

18 de julio de 2008

Castillo de Naipes / House of Cards


“¿Teníamos tiempo para salvarnos? ¿Cuántos puentes habíamos construido? Había perdido la cuenta. Tampoco pensaba cuánto caminaría por ellos, cuántas veces los cruzaríamos, ni si realmente podríamos lograrlo. Es que, me dijiste, el amor nos salva. ¿Realmente nos salva? ¿Es que acaso hay un gran mundo en llamas, una catástrofe, un accidente atroz por suceder, la fatalidad en ciernes, y el amor surge inesperado, para salvarnos? Temías dormir en esos días en que todo se derrumbaba. Te quedabas despierta hasta que el sueño te vencía. Supe después que no teníamos el mismo sueño. Nuestro invierno fue bajo cero. Las mantas llegaron tarde, como los abrazos, destemplados. La hipotermia nos arrasó”.
Apenas rastros que encuentro en el ‘Diario de los Amantes Adormecidos’.
Afuera julio nos devuelve frío, al norte al sur, Argentina respira los coletazos de un vendaval, mientras un puñado de canciones regresa como una banda de sonido incidental. Son las que nos entrega Radiohead desde su último opus, ‘In Rainbows’ (2007). La intimidad las sobrevuelan, como la crudeza y la desolación que dejan los amores rotos, los deterioros en las relaciones interpersonales, las pérdidas sufridas. Atrás quedaron los golpes y críticas a la política imperial y al capitalismo que se plantaron en ‘Hail To The Thief’ (2003). De esa mirada sobre el estado de un mundo feroz y la barbarie humana, Radiohead pasó a un universo personal de promesas vacías, amantes desesperados y corazones desangrados.
‘House of Cards’ se desprende de ‘In Rainbows’ susurrante, dando cuenta de una relación abatida; el encanto se corroe, se extingue, a manos de la confusión y la pérdida del idilio que supuso una unión marital. Ya no hay fiesta swinger (throw your keys in the bowl, es una referencia) que salve ese amor porque se descubre que ya no hay nada que salvar. Irónicamente allí puede que encontremos un nuevo comienzo en el fondo del abismo.
El nuevo video de estos muchachos -que ahora dicen debemos esperar por Sudamérica para el primer trimestre de 2009- lleva apenas días de estrenado en la red. Siempre innovadores, esta vez Radiohead le dio rienda a la más alta tecnología para llevar al video la canción ‘House of Cards’. Pero lo novedoso es que se hizo sin usar cámaras, sino lásers y datos.
La generación de imágenes vino dos tecnologías llamadas Geometric Informatics y Velodyne Lidar. La primera usa un sistema de scanneo por medio de luz que captura formas en tres dimensiones con mucho detalle, la segunda usa 64 lásers diferentes rotando en 360 grados para captar el entorno en, también, tres dimensiones.
El responsable fue James Frost, de Zoo Films, director del video, quien con el sistema Geometric Informatics de scanneo por medio de luz que captura formas en 3D con mucho detalle, concibió las figuras de Thom Yorke, las mujeres y otros que aparecen en el video. Para los planos cortos, se usó este sistema de geometría informática que produce un haz de luz, el cual registra imágenes tridimensionales proyectadas a poca distancia del objeto. Mientras que con el Velodyne Lidar de 64 lásers en rotación que se ejecutaban en un radio de 360 grados y 900 veces por minuto, capturó todas las escenas exteriores del video, de planos grandes, también en tercera dimensión.
Thom Yorke en New Musical Express define su afición por utilizar la tecnología de una manera para la que no está destinada. “Es genial hacer un video sobre seres humanos, la vida real y el tiempo sin utilizar ninguna cámara: sólo lásers. Así lo único que existen son puntos matemáticos, extrañamente emocionales”.
Pieza emocional, el video de House of Cards significó para Yorke y Cía. una experiencia creativa sin precedentes: es que decidieron además compartir esta tecnología de datos con los internautas almacenándolos en una página web alojada en 'Google' bajo una licencia Creative Commons, lo que supone el permiso al público de ciertos derechos de propiedad intelectual con algunas condiciones.
Aquí solo una ventana al universo Radiohead.

House of Cards

I don’t want to be your friend / I just want to be your lover /
no matter how it ends / no matter how it starts
forget about your house of cards / and I’ll do mine
forget about your house of cards / and I’ll do mine
fall off the table / and get swept under /
denial, denial
the infrastructure will collapse / from voltage spikes /
throw your keys in the bowl / kiss your husband good tonight
forget about your house of cards / and I’ll deal mine
forget about your house of cards / and I’ll deal mine
fall off the table / and get swept under
denial, denial
denial, denial
your ears should be burning
denial, denial
your ears should be burning
denial, denial


Castillo de Naipes

No quiero ser tu amigo / Solo ser tu amante
No importa como termine / No importa como empiece
Olvida tu castillo de naipes / Y yo olvidaré el mío
Olvida tu castillo de naipes / Y yo olvidaré el mío
Y caete de la mesa / y que te barran debajo
Negación, negación
La infraestructura colapsará / En picos de voltaje
Tira tus llaves en el bol / Y dale las buenas noches a tu marido
Y olvida tu castillo de naipes / Y yo olvidaré el mío
Olvida tu castillo de naipes / Y yo olvidaré el mío
Negación, negación
Negación, negación
Tus oídos deberían estar ardiendo
Negación, negación
Tus oídos deberían estar ardiendo.

El video de “House of Cards”: http://www.youtube.com/watch?v=8nTFjVm9sTQ&feature=user

9 de julio de 2008

Ceremonia porno



La experiencia del porno en nuestras vidas, desde que asomamos adolescentes a su mundo, ha sido la de una ceremonia privada, íntima. Fue la del descubrimiento de universos posibles como múltiples: desde la experiencia velada, propia, a vivenciar el deseo a través del otro, en los otros, en los cuerpos del ‘otro’ en la pantalla, real en tanto fantasías mediatizadas en esas sucesiones de escenas de sexo en todas sus variantes. El porno ha sido desde siempre llano, brutalmente directo. Y esa experiencia pornográfica subjetiva, la nuestra, no ha sido más que el descubrimiento de nosotros mismos excitados viendo a otros tener sexo, coger, follar.
Envuelto en un velo de tabúes, el porno (sea desde la industria mundial al doméstico de amateurs) nos ha revelado como participantes en condición de voyeurs. Fisgones impúdicos deleitados en la intimidad desde la mirada real vivenciando la fantasía como superadora de nuestros límites/tabúes; la misma que lleva nuestras sensaciones a una plenitud privada con una naturalidad animalmente lógica.
El pudor está ausente. Pero está bien: es bueno que lo esté por su condición de conspirador –resignificado por toda sociedad en base a normas y valores culturales y morales– de la más obscena libertad, necesaria para los cuerpos que desean la perturbación del sexo directo que demandamos.
La imaginación que despierta la escena de dos o más personas cogiéndose entre sí, aun ficticia, aun actuada, revela el misterio de lo obsceno, de lo ‘fuera de escena’. La metáfora se ausenta tan pronto ella se pone, a horcajadas, con la falda subida a la cintura, abre su concha con sus dedos y lujuriosamente su amigo empieza a meter su pija, mientras los estímulos crecen en la escena que se prolonga en distintas posiciones y plano abiertos y cerrados, mostrando al detalle el acto de la fornicación.
Admitámoslo. Decir/escribir/leer/pensar esa secuencia perturba. La imagen dispara sensaciones que sofocan. El rito de la mirada es transformador. Conduce a los múltiples deseos de cautivarse, estremecerse, corromperse, romper la moderación, saltar al exceso, liberarse. “Las sensaciones a posteriori son realmente buenas: después de haberse masturbado o haber cojido intensamente, el clímax deja en trance y enfrenta amablemente con esa imagen de mí que no reconozco como habitual, aunque paradójicamente resulte ser mi propia imagen reflejada. (…) La fuerza de lo que somos se nos mete por dentro como una energía cautivadora y se expande por los rincones de nuestro cuerpo, cargándonos de una sensualidad desbordante”.
La discusión sobre si el arte y la pornografía son categorías excluyentes que no pueden coexistir, aporta Guadalupe Azul a propósito de “La ceremonia del porno”, de Andrés Barba y Javier Montes (Anagrama) abre un debate en este fenómeno: la mirada, que es lo que el espectador pone sobre la obra y prevalece sobre la excitación como aquello que crea la pornografía de una imagen. De cualquier manera, la cuestión más que centrada en la obra, lo está en el/la pornógrafo/a, en el voyeur, en el fisgón, que es en lo que nos convierte esa sucesión de chanchadas que elegimos ver.
El porno en gran medida es liberador. La ceremonia privada es libertaria. Y bien se riñe con la pública e hipócrita negación social que padece. Eso es de otros. Son otros los que lo conciben, lo ofertan, lo consumen. “En cierto modo, esto es verdad: siempre es otro quien consume porno porque incluso uno mismo, cuando consume porno, es otro”. Es que el porno entraña un mundo secreto íntimo, privado, es un ‘fuera de cuadro’ de lo real: es liberación / goce.
Nuestros encuentros –sin cámaras– son en buena parte una ceremonia porno, porque somos ‘otro’ en ese espacio dialéctico del deseo que se consuma en base a miradas, juegos, concesiones, en el acto del que somos actores y espectadores a la vez. Hay, en cualquier caso, una tácita convención de revelación – compromiso – excitación, que acepta el espectador.
“Del acontecimiento, el espectador se ve obligado a dividirse en dos: uno está convencido de la bajeza de su acción y otro se excita de forma efectiva. Mientras el primero juzga, el segundo se rinde. Sucede que mucha gente prefiere ver en una película porno lo que en la vida real no se atrevería a hacer: ‘Yo puedo desear participar en una orgía. Puedo desearlo intensamente como imagen, incluso cuando sé con toda seguridad que verme expuesto a la situación real de una orgía sería todo menos excitante, y que la realidad abriría frente a mí una cantidad no desdeñable de inconvenientes no considerados en la imagen pura que en mí tiene el acontecimiento de una orgía. Si la deseo es porque anulo todo lo que en ella hay de no-excitante. No deseo, en realidad, participar en ella, pero sí deseo (y absolutamente) que se produzca. Eso no significa que desee vivirla por procuración, sino que, sencillamente, deseo que se produzca, lo que es mucho más complejo y está mucho más acorde con las tesis de la pornografía como ceremonia. Deseo asistir al momento en que se produce. Deseo contemplar el momento en el que acontece fuera de mí. Esa manifestación que contemplo (y que no vivo por procuración, pues no deseo participar en ella) es la corroboración de su posibilidad. Corroborar que es posible y que se está dando de hecho (los actores que están reproduciendo una orgía están, a la vez, participando en una orgía real) sostiene la fantasía como tal, y al mismo tiempo la enclava definitivamente en lo real’”.
Para contribuir con gran sutileza y oxigenante mirada a este mundo, ha aparecido en el último tiempo mi estimada Erika Lust, directora de porno feminista de origen sueco y residente en Barcelona, que también reparte su tiempo como productora, autora y feminista. Erika –licenciada en Ciencias Políticas, especializada en estudios feministas y de género, y master en dirección audiovisual– concibió hace poco “Cinco Historias Para Ellas” (Mejor Película del Año en los Feminist Porn Awards de Toronto, 2008); un film compuesto de cinco historias eróticas paralelas, dirigido principalmente a mujeres y parejas.
Ella misma sostiene que su cine constituye un descanso del típico género porno dominado (y concebido) por (y para) la mentalidad (público) masculina. Y lo suyo va de porno femenino y feminista, que desea disipar mitos, estimular a las mujeres a buscar material que esté más en línea con sus propias fantasías, valores e ideales de vida: creando “masturbadoras informadas”, en las propias palabras de Erika.
Definitivamente, Erika me caes muy bien.

– ¿Qué papel tiene el sexo en tu vida? ¿Y en tu obra?
– Pienso, al igual que Henry Miller, que el sexo es una de las nueve razones por las que vale la pena reencarnarse. Las ocho restantes no importan. El sexo es fundamental en mi trabajo para Lust Films, la productora que monté en el año 2004 produciendo espectáculos audiovisuales para adultos con un punto de vista femenino, moderno y feminista. Realizamos películas para mujeres y parejas, series y programas de televisión, documentales, publicaciones en Internet…un nuevo producto editorial y audiovisual con estilo, humor, pasión, glamour, diseño y, por supuesto, sexo.
– ¿En qué lugar tuviste tu primera experiencia sexual?
– En mi propia cama y conmigo misma.


Esa canción nos sienta tan bien, nos puede: “Je t’aime moi non plus”, Jane Birkin & Serge Gainbourg: http://www.youtube.com/watch?v=sHiMDB19Dyc

Fotografías: cuadros de "Cinco historias para ellas" (España). Erika Lust

3 de julio de 2008

Las alas de Handke


Las alas del deseo (fragmento). Peter Handke.
(Der Himmel über Berlin. 1987. Wim Wenders)

"Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar. Cuando el niño era niño no sabía que era niño, para él todo estaba animado, y todas las almas eran una. Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada, no tenía ninguna costumbre, se sentaba en cuclillas, tenía un remolino en el cabello y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
(...)
Cuando el niño era niño no podía pasar las espinacas, los porotos, el arroz con leche y la coliflor salteada. Ahora se lo come todo, y no porque lo obliguen. Cuando el niño era niño despertó una vez en una cama extraña, y ahora una y otra vez. Muchas personas le parecían bellas, y ahora sólo con suerte. Imaginaba claramente un paraíso, y ahora apenas puede intuirlo. Nada podía pensar de la nada, y hoy esta idea lo estremece. Cuando el niño era niño jugaba con entusiasmo, y ahora se sumerje en sus cosas como antes, sólo cuando esas cosas son su trabajo.
(...)
Cuando el niño era niño, las manzanas y el pan le bastaban de alimento, y todavía es así. Cuando el niño era niño, las bayas le caían en la mano sólo como caen las bayas, y ahora todavía lo hacen. Las nueces frescas le ponían áspera la lengua, y todavía es así. Encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta, y en cada ciudad el anhelo de una ciudad más grande, y siempre es así todavía. En la copa del árbol tiraba de las cerezas con igual deleite como hoy todavía lo sigue haciendo. Se asustaba de los extraños, y todavía se asusta; esperaba las primeras nieves, y todavía las espera. Cuando el niño era niño, lanzó un palo como una lanza contra un árbol, y aún hoy vibra todavía".

Nick Cave & The Bad Seeds, desde la banda de sonido original: http://www.youtube.com/watch?v=oZsy6Ekkq0M

"Der Himmel über Berlin"
Alemania, 1987, 130'
Dirección: Wim Wenders
Protagonistas: Peter Falk, Bruno Ganz, Otto Sander, Solveig Dommartin