"Se que el amor es un juego sucio; tienes que mancharte las manos. Si te mantienes a distancia, no sucede nada interesante. Además, debes encontrar la distancia adecuada entre las personas. Si están demasiado cerca, te aplastan; si están demasiado lejos, te abandonan"
Hanif Kureishi (Intimidad)
Encuentro unos apuntes viejos, hilvanados de palabras absurdas. El tiempo, como el amor, empiezo a entender, obra misteriosamente. He dejado de hacer balances hace mucho. Quizá sea mi cierto grado de inconsciencia la que me lo impida. Nada ha terminado y todo siempre está empezando, como si hubiera un latente fin y un principio a la vez. Creo que todos estamos mas o menos caminando por una cinta de Moebius.
He dejado de ser niño hace mucho y sin embargo por momentos siento que aún camino a tientas, abriéndome en la oscuridad. Todos de alguna manera lo hacemos, cada uno a su modo. A veces me parece que crecer, dejar atrás la infancia, la inocencia, ha sido como ir saliendo de un campo abierto, soleado, para adentrarse en un bosque ensombrecido por árboles que en vez de copas tiene secretos y verdades que vamos conociendo a medida que crecemos. Sombras que nos guarecen, inevitablemente. Y solo el andar nos aleja de ellas.
“La historia de la memoria es la de la mirada” dice Auster en algun lado, no recuerdo dónde, dándonos pistas de la necesidad de narrarnos, de construir nuestro propio relato, simbólico, como animales del lenguaje que somos. De hacernos a nosotros mismos, mientras podamos. Esto, si lo pensás bien, no es más que eso. Y es todo esto que somos: escrituras, caligrafías físicas, narraciones que nos develan, cuerpos-relatos, descubrimientos de lo que somos, desciframientos borgeanos, laberintos, enigmas, lo que no conocemos, lo que develamos, la historia que construimos en nosotros, y en los otros.
Después de todo, la lucha de la memoria es contra el olvido. Es como dejar la escollera atrás, hacerse a la mar, al camino, saber que los días y las noches serán largas, lo suficientes para narrarnos en la bitácora.
Como mirarse a uno mismo desde su propio vacío. Kundera dice que “lo que solo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto”.
La noche afuera me lleva a tus adentros.
….
“Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiro como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.... ....Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento mas hermoso que había vivido jamas (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte).Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro”.
“La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes”.
“Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones”.
‘La insoportable levedad del ser’ (1984). Milan Kundera.
Hanif Kureishi (Intimidad)
Encuentro unos apuntes viejos, hilvanados de palabras absurdas. El tiempo, como el amor, empiezo a entender, obra misteriosamente. He dejado de hacer balances hace mucho. Quizá sea mi cierto grado de inconsciencia la que me lo impida. Nada ha terminado y todo siempre está empezando, como si hubiera un latente fin y un principio a la vez. Creo que todos estamos mas o menos caminando por una cinta de Moebius.
He dejado de ser niño hace mucho y sin embargo por momentos siento que aún camino a tientas, abriéndome en la oscuridad. Todos de alguna manera lo hacemos, cada uno a su modo. A veces me parece que crecer, dejar atrás la infancia, la inocencia, ha sido como ir saliendo de un campo abierto, soleado, para adentrarse en un bosque ensombrecido por árboles que en vez de copas tiene secretos y verdades que vamos conociendo a medida que crecemos. Sombras que nos guarecen, inevitablemente. Y solo el andar nos aleja de ellas.
“La historia de la memoria es la de la mirada” dice Auster en algun lado, no recuerdo dónde, dándonos pistas de la necesidad de narrarnos, de construir nuestro propio relato, simbólico, como animales del lenguaje que somos. De hacernos a nosotros mismos, mientras podamos. Esto, si lo pensás bien, no es más que eso. Y es todo esto que somos: escrituras, caligrafías físicas, narraciones que nos develan, cuerpos-relatos, descubrimientos de lo que somos, desciframientos borgeanos, laberintos, enigmas, lo que no conocemos, lo que develamos, la historia que construimos en nosotros, y en los otros.
Después de todo, la lucha de la memoria es contra el olvido. Es como dejar la escollera atrás, hacerse a la mar, al camino, saber que los días y las noches serán largas, lo suficientes para narrarnos en la bitácora.
Como mirarse a uno mismo desde su propio vacío. Kundera dice que “lo que solo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto”.
La noche afuera me lleva a tus adentros.
….
“Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiro como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.... ....Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento mas hermoso que había vivido jamas (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte).Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro”.
“La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes”.
“Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones”.
‘La insoportable levedad del ser’ (1984). Milan Kundera.