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23 de junio de 2010

Rimbaud – Cartas desde Abisinia


‘Solo los viajes son verdaderos’, piensa el poeta enloquecido a los diecinueve años. Es Jean Nicolás Arthur Rimbaud (Charleville, 1854 – Marsella, 1891), el poeta precoz, el ‘simbolista’, el ‘decadente’, el misántropo, el infante de los caminos, el amante urgente, el revolucionario, el partidario de la Comuna, el exiliado, el consumidor de ajenjo y hachís. La ‘aventura de la poesía’ que buscaba Rimbaud se consuma salvaje, inconclusa, caótica, hasta que empieza a extinguirse. El tiempo en el poeta es el fuego a su combustible. Ya había publicado la desmesurada “Carta del vidente”, un manifiesto estético en el que definía al poeta del futuro como un «ladrón de fuego» que buscaba la alquimia verbal y lo desconocido a través de un «largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos».
Seguirán las fugas a Paris, Bruselas, Londres, internaciones y otros escritos, como “Una temporada en el infierno” y “Las iluminaciones”, obra con la que claudicará a la literatura. Acabarán esos años locos y sombríos, con una bala disparada en medio de una pelea con el amante Verlaine. Rimbaud está dispuesto a dejarlo todo atrás, y lo hará enrolado en el ejército colonial holandés como salvoconducto a otra vida: reniega del modernismo europeo de finales del siglo XIX, comienza a aborrecer la poesía, se alista luego en el ejército carlista de las guerras españolas, deserta, y parte. Hacia 1879 y 1880, viaja a Chipre en dos ocasiones y luego de distintas escalas en el Mar Rojo, se afinca en Adén y más tarde en Harar (Etiopía). Ese Rimbaud escribirá en una carta a un amigo unos años después: “ahora estoy condenado a errar, atado a una empresa lejana, y día a día pierdo el recuerdo del clima y la manera de vivir e incluso la lengua de Europa”. Ya no es el poeta iluminado, es el mercader y traficante, desde el África, el que fue vagabundo, obrero portuario, trabajador en una cantera de mármol, comprador de café, comerciante, traficante de armas, explorador, apunta Nicolás González Varela, en el sitio Nación Apache.
Esas correspondencias fueron reunidas en “Cartas Abisinias”, el libro que alberga los escritos personales que el poeta desfasado de su tiempo escribió desde el mar Rojo, Adén y Harar, y que hace poco reeditó en castellano la pequeña editorial A Coruña, de Galicia (Edición de Lolo Rico, Ediciones del Viento. A Coruña, 2010). Son esas cartas las que permiten una aproximación brutal al Rimbaud poco conocido. Algo queda claro: olvidemos al poeta de una vez. En esas escrituras íntimas, a sus amigos en Europa, huelen a furia, a desencanto, a desprecio a las monarquías europeas, a la política colonial de Occidente, y a cierto lamento. Solo le interesan libros prácticos, tratados de metalurgia y de hidráulica, guía prácticas de oficios, manual del perfecto cerrajero.
Pide en esas cartas instrumentos científicos como un teodolito, barómetros y aparatos fotográficos. “Aprende el dialecto harari, estudia gramática árabe, compra café, almizcle, marfil, incienso, revende paños de Lyon y vidrerías belgas, perlas falsas, porcelanas, pañuelos de color, pequeños espejos de mano forrados de latón, siempre recorriendo a caballo la ciudad amurallada”.
En esos años, se dedica al comercio de marfil, café, oro o cualquier producto que consiguiera por el trueque de alguna mercancía europea; también envia informes a la Sociedad Francesa de Geografía, vende armas en Adén y gusta de los poetas populares árabes. “Ha perdido la ensoñación en ese lejano 1873. Esa perpetua necesidad de cambio y de renovación, la inestabilidad eterna, lo ha devorado a sí mismo”. No sabrá nunca que el periódico Vogue, publica por esos años parte de sus “Iluminaciones”, poemario que revolucionará la poética francesa.
De esos años quedarán esas cartas desesperadas, las palabras de uno de los más grandes poetas del siglo XIX, que murió de una derivación de sífilis a los treinta y siete años, en 1891, en un hospital de Marsella.

….
(Extractos)

Adén, 17 de agosto de 1880
Queridos amigos,
Dejé Chipre con 400 francos después de casi dos meses de los altercados que tuve con el pagador general y mi ingeniero. Si me hubiera quedado, podría haber conseguido una buena situación al cabo de unos meses. Pero no obstante puedo regresar.
He buscado trabajo en todos los puertos del mar Rojo, en Djeddah, Souakim, Massaouah, Hodeidah, etc. Vine aquí después de haber intentado encontrar algo en Abisinia. Caí enfermo al llegar. De momento, estoy empleado en un comercio de café aunque sólo por siete francos. Cuando tenga algunos centenares de francos más, me iré a Zanzíbar, donde, según dicen, hay más posibilidades.
Denme noticias suyas
RIMBAUD
Adén-camp
El franqueo es más de 25 céntimos. Adén no pertenece a la Unión Postal.
A propósito, ¿me han enviado los libros a Chipre?

….

Harar, 6 de mayo de 1883
Maceran, Viannay y Bardey
Mis queridos amigos,
El 30 de abril, recibí en Harar su carta del 26 de marzo. Dicen haberme enviado dos cajas de libros. He recibido en Adén solamente la caja en la que Dubar decía haber ahorrado 25 francos. Probablemente la otra haya llegado a Adén con el grafómetro. Ya que antes de marcharme de Adén envié otro cheque de 100 francos con otra lista de libros, y han tenido que cobrar ya ese cheque y probablemente haber comprado los libros. En fin, ahora no estoy al corriente de las fechas. Próximamente les enviaré otro cheque de 200 francos, porque tendré que pedir los negativos de cristal para la fotografía. Este encargo ha estado bien hecho; y si quiero ganaré enseguida los 2.000 francos que me costó. Aquí todo el mundo quiere fotografiarse, incluso te ofrecen una guinea por cada fotografía. No estoy todavía bien instalado, ni al corriente, pero lo estaré enseguida y les enviaré cosas insólitas.
Les incluyo dos fotografías de mí mismo hechas por mí mismo. Aquí siempre estoy mejor que en Adén. Hay menos trabajo y más aire, vegetación, etc. He renovado mi contrato por tres años pero creo que el establecimiento cerrará pronto y los beneficios no cubrirían los gastos. En fin, hay el acuerdo de que el día que me echen me darán tres meses de indemnización. A final de año, hará tres años completos que trabajo en esta sociedad.
Isabelle se equivocaría de no casarse si se presenta alguien serio e instruido, alguien con un porvenir. La vida es así y la soledad es una mala cosa. Por mi parte, siento no haberme casado y tener una familia. Pero ahora estoy condenado a errar, atado a una empresa lejana, y día a día pierdo el recuerdo del clima y la manera de vivir e incluso la lengua de Europa. ¿Para qué sirven estas idas y venidas, estas fatigas y estas aventuras en lugares de razas extrañas, y estas lenguas que llenan la memoria, y estas penas sin nombre, si un día, después de algunos años, no puedo descansar en un lugar que me guste más o menos, y encontrar una familia, y tener por lo menos un hijo para pasar el resto de mi vida educándole según mis ideas, dotándole de la más completa instrucción que se puede dar en nuestra época, y verle convertido en un ingeniero de renombre, un hombre rico y poderoso para la ciencia? Pero ¿quién sabe cuánto puede durar mi estancia en estas montañas? Puedo desaparecer en medio de estas tribus sin que nadie tenga noticia.
Me habla usted de nuevas políticas ¡si supiera lo poco que me importa! Hace más de dos años que no he visto un periódico. Todos esos debates me resultan ahora incomprensibles. Como los musulmanes, sé que lo que pasa, pasa, y eso es todo.
Lo único que me interesa, son las noticias de casa y soy feliz con el cuadro de vuestro trabajo pastoral. Es una pena que allí el invierno sea tan frío y lúgubre. Pero ahora están en primavera y su clima en esta época se corresponde con el clima que tengo en este momento en Harar.
Estas fotografías me representan, una, de pie en una terraza de la casa, otra, de pie en el jardín de un café. En la tercera, con los brazos cruzados en un jardín de plátanos. Se han decolorado a causa de la mala calidad del agua que tengo para lavarlas. Pero en lo sucesivo voy a mejorar mi trabajo. Esto es únicamente para que se acuerden de mi aspecto, y darles una idea del paisaje de aquí.
Adiós,
RIMBAUD

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Harar, 4 de agosto de 1888
Maceran, Viannay, Bardey, Adén.
Mis queridos amigos,
Recibo su carta del 27 de junio. No tienen por qué extrañarse del retraso de la correspondencia; este lugar está separado de la costa por desiertos que los correos tardan ocho días en atravesar. Además, el servicio que une a Zeilah con Adén es muy irregular, el correo no sale de Adén para Europa y recibir respuesta, hay que contar por lo menos tres meses. Es imposible escribir directamente de Europa a Harar ya que más allá de Zeilah, que está bajo protección inglesa, hay un desierto habitado por tribus nómadas. Estamos en terreno montañoso, prolongación de los macizos abisinios, y la temperatura no se eleva nunca a más de 25 grados sobre cero, y no desciende jamás a menos de 5 grados sobre cero. Así que uno ni se hiela ni suda.
Actualmente estamos en época de lluvias. Es bastante triste. El gobierno es el gobierno abisinio del rey Ménélik, es decir, un gobierno negro-cristiano. A pesar de esto, estamos en paz y con relativa seguridad. En cuanto a los negocios, unas veces van bien, y otras mal. Se vive sin la esperanza de llegar a ser millonario. ¡En fin! Ya que es mi destino vivir en estos países…
Hay apenas una veintena de europeos en toda Abisinia, incluido este país. Vean sobre qué inmensos espacios están diseminados. El lugar donde más hay es Harar: alrededor de una docena. Soy el único con nacionalidad francesa. Hay también una misión católica con tres curas que educan a los negritos. Uno de ellos es de nacionalidad francesa como yo.
Me aburro tanto como siempre; nunca he conocido a nadie que se aburra como yo. ¿Acaso no es miserable esta existencia sin familia, sin ocupaciones intelectuales, perdido en medio de negros cuya suerte nos gustaría mejorar, mientras que ellos sólo buscan aprovecharse y nos impiden solucionar nuestros asuntos en un breve plazo? Obligados a hablar su chapurreo, a comer su asquerosa comida y a padecer un sinfín de problemas debidos a su pereza, a sus traiciones y a su estupidez.
Lo más triste no termina aquí sino en el miedo de que poco a poco uno pueda embrutecerse, aislados como estamos de toda sociedad inteligente.
Se importan sedas, algodones, táleros y algunos otros objetos: se exporta café, caucho, perfumes, marfil, oro que viene de muy lejos, etc. Los negocios, aunque importantes, no son suficientes para mi actividad, y se reparten entre todos los europeos perdidos en estas vastas regiones. Les saludo sinceramente. Escríbanme.
RIMBAUD


En la foto: Rimbaud, el sexto desde la izda, hacia 1880/90, con un grupo de europeos en la terraza de entrada del Hôtel de l’Univers, en Adén. Es el hotel donde vivió Rimbaud.

26 de mayo de 2008

Reencontrar a un auténtico Rimbaud


Descubrí a Arthur Rimbaud a los 16. Para un chico de provincia, un puñado de poemas de ‘Iluminaciones’ bastó para dinamitar los formalismos del desaprendizaje al que me sometía a diario dentro y fuera de este mundo. Verlaine, Baudelaire, Mallarmé, Duchamp, Tzara, los dadaístas, Pound, Ginsberg, fueron parte de ese salvaje e indómito colectivo de poetas y artistas que a mí, a esa edad, me llevaron a sentir el mundo descarnado, visceral y más poético que haya sentido en esos años.
Pero la fuerza de Rimbaud (1854-1891) ha sido diferente en mí desde la primera vez que le leí. Descuartizador de la poesía formal, vástago de una modernidad que tomó cuerpo y carne en el llamado simbolismo de la última parte siglo XIX, su poesía en prosa escrita con intensidad luminosa, con injuriosa crispación, desde la cólera mística y revolucionaria videncia, nos sigue arrollando con esa obra que salvajemente creo hasta los 19 años.
Luego vendría otra vida, la del viajero, la del desertor, la del traficante de armas y comerciante rapaz. Rimbaud “no hizo otra cosa que viajar de manera terrible y morir todavía muy joven”, dirá Verlaine muchos años después, antes de su muerte. El temprano retiro del mayor poeta francés de la misma poesía ha desvelado a muchos, que por años han perseguido huellas en el pasado rimbaudiano.
Sin embargo, a principios de este mayo, hubo un hallazgo en Francia. Apareció un pequeño texto inédito del poeta escrito a los 16 años, descubierto por un cineasta, Patrick Taliercio, en Charleville, la ciudad del norte de Francia donde nació Rimbaud. El escrito fue encontrado en una librería de viejo entre tres ejemplares del periódico Le Progrès des Ardennes.
En uno de ellos, el del 25 de noviembre de 1870 (que el cineasta compró por 30 euros) estaba un artículo titulado “Le rêve de Bismarck” (El sueño de Bismarck)” firmado por un ignoto Jean Baudry. Baudry era el seudónimo que usaba Rimbaud y ese texto es un legado del desprecio del poeta maldito sobre Bismarck, el jefe del gobierno alemán, en el momento de la victoria alemana sobre Francia en la guerra de 1870.
Aunque el hallazgo ha merecido cautela hasta de parte de Le Figaro, la noticia conmueve. Aquí el texto que Jean-François Fogel desde El Boomeran(g) publica desde hace unos días.

El sueño de Bismarck(Fantasía)

Es de noche. En su tienda, llena de silencio y de sueño, Bismarck, con un dedo sobre el mapa de Francia, medita; de su inmensa pipa se escapa una voluta de humo azul.
Bismarck medita. Su índice encorvado camina, sobre el papel vitela, del Rin al Mosela, del Mosela al Sena; con la uña, rayó imperceptiblemente el papel alrededor de Estrasburgo: continúa.
En Sarrebruck, en Wissemburgo, en Woerth, en Sedan, se estremece, el dedito encorvado: acaricia a Nancy, araña a Bitche y Falsburgo, raya a Metz, traza pequeñas líneas rotas sobre las fronteras, -y se detiene...
Triunfante, Bismarck ha abarcado con su índice la Alsacia y la Lorena! - Oh! cuántos delirios de avaro, bajo su cráneo amarillo! Que deliciosas nubes de humo emite su pipa feliz!
Bismarck medita. Vaya! un enorme punto negro parece detener al índice retozón. Es París.Así, la uñita mala, de rayar, de rayar el papel, de aquí para allá, con furia, - en fin, de detenerse... El dedo se queda ahí, medio doblado, inmóvil.
París! París! - Y bien, el buen hombre ha soñado tanto con los ojos abiertos, que, dulcemente, la soñolencia se apodera de él: su frente se ladea hacia el papel; maquinalmente, la cazoleta de su pipa, se escapa de sus labios, cae sobre el infame punto negro...
Hi! povero! abandonando a su pobre cabeza, su nariz, la nariz del Sr. Otto von Bismarck, se sumergió en la cazoleta ardiente Hi! povero! va povero! en la cazoleta incandescente de la pipa, Hi! povero! Su índice estaba sobre París! Se acabó, el sueño glorioso!
Era tan fina, tan espiritual, tan feliz, esa nariz de viejo primer diplomático! - Esconda, esconda esa nariz!
Y bien! querido, cuando, para compartir el chucrut real, usted regrese al palacio (...) con los crímenes de ... dama (...) en la historia, usted llevará eternamente su nariz carbonizada entre sus ojos estúpidos!
(faltan líneas)
Ahí tiene! No había que soñar despierto!

Jean Baudry


“Le rêve de Bismarck”

"C'est le soir. Sous sa tente, pleine de silence et de rêve, Bismarck, un doigt sur la carte de France, médite; de son immense pipe s'échappe un filet bleu.
Bismarck médite. Son petit index crochu chemine, sur le vélin, du Rhin à la Moselle, de la Moselle à la Seine; de l'ongle, il a rayé imperceptiblement le papier autour de Strasbourg : il passe outre.
A Sarrebruck, à Wissembourg, à Woerth, à Sedan, il tressaille, le petit doigt crochu: il caresse Nancy, égratigne Bitche et Phalsbourg, raie Metz, trace sur les frontières de petites lignes brisées, -et s'arrête...
Triomphant, Bismarck a couvert de son index l'Alsace et la Lorraine ! -Oh ! sous son crâne jaune, quels délires d'avare ! Quels délicieux nuages de fumée répand sa pipe bienheureuse!...
Bismarck médite. Tiens! un gros point noir semble arrêter l'index frétillant. C'est Paris.
Donc, le petit ongle mauvais, de rayer, de rayer le papier, de ci, de là, avec rage, -enfin, de s'arrêter... Le doigt reste là, moitié plié, immobile.
Paris! Paris! -Puis, le bonhomme a tant rêvé l'œil ouvert, que, doucement, la somnolence s'empare de lui: son front se penche vers le papier; machinalement, le fourneau de sa pipe, échappée à ses lèvres, s'abat sur le vilain point noir...
Hi! povero! en abandonnant sa pauvre tête, son nez, le nez de M. Otto de Bismarck, s'est plongé dans le fourneau ardent... Hi! povero! va povero ! dans le fourneau incandescent de la pipe..., Hi! povero ! Son index était sur Paris!... Fini, le rêve glorieux!
Il était si fin, si spirituel, si heureux, ce nez de vieux premier diplomate ! -Cachez, cachez ce nez!...
Eh bien! mon cher, quand, pour partager la choucroute royale, vous rentrerez au palais
(Faltan unas líneas)
Voilà! fallait pas rêvasser!"

Jean Baudry