Descubrí a Arthur Rimbaud a los 16. Para un chico de provincia, un puñado de poemas de ‘Iluminaciones’ bastó para dinamitar los formalismos del desaprendizaje al que me sometía a diario dentro y fuera de este mundo. Verlaine, Baudelaire, Mallarmé, Duchamp, Tzara, los dadaístas, Pound, Ginsberg, fueron parte de ese salvaje e indómito colectivo de poetas y artistas que a mí, a esa edad, me llevaron a sentir el mundo descarnado, visceral y más poético que haya sentido en esos años.
Pero la fuerza de Rimbaud (1854-1891) ha sido diferente en mí desde la primera vez que le leí. Descuartizador de la poesía formal, vástago de una modernidad que tomó cuerpo y carne en el llamado simbolismo de la última parte siglo XIX, su poesía en prosa escrita con intensidad luminosa, con injuriosa crispación, desde la cólera mística y revolucionaria videncia, nos sigue arrollando con esa obra que salvajemente creo hasta los 19 años.
Luego vendría otra vida, la del viajero, la del desertor, la del traficante de armas y comerciante rapaz. Rimbaud “no hizo otra cosa que viajar de manera terrible y morir todavía muy joven”, dirá Verlaine muchos años después, antes de su muerte. El temprano retiro del mayor poeta francés de la misma poesía ha desvelado a muchos, que por años han perseguido huellas en el pasado rimbaudiano.
Sin embargo, a principios de este mayo, hubo un hallazgo en Francia. Apareció un pequeño texto inédito del poeta escrito a los 16 años, descubierto por un cineasta, Patrick Taliercio, en Charleville, la ciudad del norte de Francia donde nació Rimbaud. El escrito fue encontrado en una librería de viejo entre tres ejemplares del periódico Le Progrès des Ardennes.
Luego vendría otra vida, la del viajero, la del desertor, la del traficante de armas y comerciante rapaz. Rimbaud “no hizo otra cosa que viajar de manera terrible y morir todavía muy joven”, dirá Verlaine muchos años después, antes de su muerte. El temprano retiro del mayor poeta francés de la misma poesía ha desvelado a muchos, que por años han perseguido huellas en el pasado rimbaudiano.
Sin embargo, a principios de este mayo, hubo un hallazgo en Francia. Apareció un pequeño texto inédito del poeta escrito a los 16 años, descubierto por un cineasta, Patrick Taliercio, en Charleville, la ciudad del norte de Francia donde nació Rimbaud. El escrito fue encontrado en una librería de viejo entre tres ejemplares del periódico Le Progrès des Ardennes.
En uno de ellos, el del 25 de noviembre de 1870 (que el cineasta compró por 30 euros) estaba un artículo titulado “Le rêve de Bismarck” (El sueño de Bismarck)” firmado por un ignoto Jean Baudry. Baudry era el seudónimo que usaba Rimbaud y ese texto es un legado del desprecio del poeta maldito sobre Bismarck, el jefe del gobierno alemán, en el momento de la victoria alemana sobre Francia en la guerra de 1870.
Aunque el hallazgo ha merecido cautela hasta de parte de Le Figaro, la noticia conmueve. Aquí el texto que Jean-François Fogel desde El Boomeran(g) publica desde hace unos días.
Aunque el hallazgo ha merecido cautela hasta de parte de Le Figaro, la noticia conmueve. Aquí el texto que Jean-François Fogel desde El Boomeran(g) publica desde hace unos días.
El sueño de Bismarck(Fantasía)
Es de noche. En su tienda, llena de silencio y de sueño, Bismarck, con un dedo sobre el mapa de Francia, medita; de su inmensa pipa se escapa una voluta de humo azul.
Bismarck medita. Su índice encorvado camina, sobre el papel vitela, del Rin al Mosela, del Mosela al Sena; con la uña, rayó imperceptiblemente el papel alrededor de Estrasburgo: continúa.
En Sarrebruck, en Wissemburgo, en Woerth, en Sedan, se estremece, el dedito encorvado: acaricia a Nancy, araña a Bitche y Falsburgo, raya a Metz, traza pequeñas líneas rotas sobre las fronteras, -y se detiene...
Triunfante, Bismarck ha abarcado con su índice la Alsacia y la Lorena! - Oh! cuántos delirios de avaro, bajo su cráneo amarillo! Que deliciosas nubes de humo emite su pipa feliz!
Bismarck medita. Vaya! un enorme punto negro parece detener al índice retozón. Es París.Así, la uñita mala, de rayar, de rayar el papel, de aquí para allá, con furia, - en fin, de detenerse... El dedo se queda ahí, medio doblado, inmóvil.
París! París! - Y bien, el buen hombre ha soñado tanto con los ojos abiertos, que, dulcemente, la soñolencia se apodera de él: su frente se ladea hacia el papel; maquinalmente, la cazoleta de su pipa, se escapa de sus labios, cae sobre el infame punto negro...
Hi! povero! abandonando a su pobre cabeza, su nariz, la nariz del Sr. Otto von Bismarck, se sumergió en la cazoleta ardiente Hi! povero! va povero! en la cazoleta incandescente de la pipa, Hi! povero! Su índice estaba sobre París! Se acabó, el sueño glorioso!
Era tan fina, tan espiritual, tan feliz, esa nariz de viejo primer diplomático! - Esconda, esconda esa nariz!
Y bien! querido, cuando, para compartir el chucrut real, usted regrese al palacio (...) con los crímenes de ... dama (...) en la historia, usted llevará eternamente su nariz carbonizada entre sus ojos estúpidos!
(faltan líneas)
Ahí tiene! No había que soñar despierto!
Jean Baudry
“Le rêve de Bismarck”
"C'est le soir. Sous sa tente, pleine de silence et de rêve, Bismarck, un doigt sur la carte de France, médite; de son immense pipe s'échappe un filet bleu.
Bismarck médite. Son petit index crochu chemine, sur le vélin, du Rhin à la Moselle, de la Moselle à la Seine; de l'ongle, il a rayé imperceptiblement le papier autour de Strasbourg : il passe outre.
A Sarrebruck, à Wissembourg, à Woerth, à Sedan, il tressaille, le petit doigt crochu: il caresse Nancy, égratigne Bitche et Phalsbourg, raie Metz, trace sur les frontières de petites lignes brisées, -et s'arrête...
Triomphant, Bismarck a couvert de son index l'Alsace et la Lorraine ! -Oh ! sous son crâne jaune, quels délires d'avare ! Quels délicieux nuages de fumée répand sa pipe bienheureuse!...
Bismarck médite. Tiens! un gros point noir semble arrêter l'index frétillant. C'est Paris.
Donc, le petit ongle mauvais, de rayer, de rayer le papier, de ci, de là, avec rage, -enfin, de s'arrêter... Le doigt reste là, moitié plié, immobile.
Paris! Paris! -Puis, le bonhomme a tant rêvé l'œil ouvert, que, doucement, la somnolence s'empare de lui: son front se penche vers le papier; machinalement, le fourneau de sa pipe, échappée à ses lèvres, s'abat sur le vilain point noir...
Hi! povero! en abandonnant sa pauvre tête, son nez, le nez de M. Otto de Bismarck, s'est plongé dans le fourneau ardent... Hi! povero! va povero ! dans le fourneau incandescent de la pipe..., Hi! povero ! Son index était sur Paris!... Fini, le rêve glorieux!
Il était si fin, si spirituel, si heureux, ce nez de vieux premier diplomate ! -Cachez, cachez ce nez!...
Eh bien! mon cher, quand, pour partager la choucroute royale, vous rentrerez au palais
(Faltan unas líneas)
Voilà! fallait pas rêvasser!"
Jean Baudry