27 de abril de 2008

Mujer con cabeza va a Cannes


Salud Lucrecia! Qué decir cuando nos enteramos que nuevamente la inquietante mujer que concibió la magistral “La Ciénaga” y “La Niña Santa”, pisará la alfombra roja de Cannes, esta vez con su tercer film “La Mujer sin Cabeza”. Escrita en solitario, realizada como sus antecesoras en Salta, y coproducida por El Deseo (la productora de los hermanos Almodóvar), la nueva película de la salteña empieza de lo lindo a abrirse paso, nada menos que en la competencia oficial en la 61 edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, que se desarrollará del 14 al 25 de mayo. Haremos hinchada por ti (y por Pablo Trapero también).
La sinopsis de “La mujer sin cabeza” dice que una mujer con su auto atropella a un perro en la ruta. El animal muere. “[Ella queda] en un raro estado de conmoción, que hace que todos sus vínculos con las personas que conoce se enmarquen en una especie de extrañamiento. En los días posteriores al accidente, ella va desentrañando cosas de sí misma y de todo su entorno”. Así define Martel de qué va la historia de este film.
“No me gusta clasificar la película dentro de un género, pero sí podría pensarse como un thriller un poco negro en un ambiente de familias de provincia. Me atrae ese entorno para una película de este tipo. Ir hacia el thriller no fue una decisión, sino algo propio de la historia que decidió contar. Es algo que vio Lita [Stantic, productora] al leer el guión; le pareció que tenía ese estilo. Yo trabajo con el mismo sistema que el de las películas anteriores, con estructuras en las que uno maneja la tensión por escenas, que es un sistema de construcción algo diferente. No pienso en un género cuando escribo”.
En una entrevista que otro coterráneo, el poeta Carlos Juárez Aldazábal, le hizo hace algunos años a Martel para la revista española Teína. Allí le preguntaba si para ella hay un cine que quiere develar algo.
“Yo misma quiero develar algo, pero no es algo especial que quiero decirle al espectador, no es el mensaje. Como yo entiendo el cine, uno propone una historia y cuando la presenta ante el público espera que el espectador pueda ver las emociones y las ideas. Una película es un organismo que está construido con muchos dispositivos, una cosa sumamente compleja. Una especie de monstruo multifacético que en su accionar tiene consecuencias insospechadas. Siempre espero que en el intercambio con el espectador se produzca algún tipo de develamiento. El cine pretende eso. La poesía pretende eso. Todos, cuando expresamos, esperamos —aunque sea por un segundo— algo, una revelación sobre la existencia, un fragmento de divinidad —si es que aún queda—. Y eso no me parece una ambición desmedida, no me parece pretencioso”.