4 de octubre de 2008

No te recordaré para no olvidarte


Hay historias que como el movimiento del mar, ese que vemos en la playa, desde nuestras orillas, aparecen ante nosotros incesantes, hipnóticas, infinitas. Historias que llegan a humedecernos el pecho y aunque parezcan finitas, recobran vida en momentos impensados. Asaltan nuestra memoria royéndonos alientos, musitándonos al oído “me gustas” o “me estás matando”. La que cuenta ‘Hiroshima Mon Amour’, esa conmovedora película dirigida por Alain Resnais en base al guión de Marguerite Duras, es una de ellas. Como el mar meciéndose, esta película trae una historia de amor imposible; la persistencia de la memoria atravesando a esa mujer y a ese hombre, a sus sombras y desolaciones, que viven un amor fortuito que saben tendrá destino de olvido.

……

Ella (en voz baja) — Oye... Igual que tú, yo conozco el olvido.
El — No, tú no conoces el olvido.
Ella — Igual que tú, estoy dotada de memoria. Y conozco el olvido.
El — No, tú no estás dotada de memoria.
Ella. — Como tú, también yo intenté luchar con todas mis fuerzas contra el olvido. Y he olvidado, como tú. Como tú, deseé tener una memoria inconsolable, una memoria de sombras y de piedra.
(…) Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas, cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto el por qué de recordar. Y como tú, he olvidado...

………

‘Hiroshima Mon Amour’ viene dando vueltas en mi cabeza hace rato ya aunque no la he visto en mucho tiempo. Me andan rondando ideas acerca del amor, la memoria y el olvido. ‘Hiroshima’ es una película sobre las consecuencias de la segunda guerra, lo es también sobre la historia de un encuentro amoroso entre dos personas que quieren olvidar su doloroso pasado, y es también un filme sobre el amor en todas sus etapas, sobre la memoria y el olvido.
Ella carga con su Nevers natal, en Francia, arrasada por la guerra. Él, con el horror de su familia perdida en Hiroshima. El amor les llega como bálsamo a tanto dolor, al flagelo casi físico de la memoria que aturde por la sola imposibilidad de olvidar. No quieren sufrir, y para hacerlo no quieren recordar para no tener que olvidar. El dolor y la memoria se entretejen circulares con el encuentro amoroso.
“Imposible hablar de Hiroshima. Lo único que se puede hacer es hablar de la imposibilidad de hablar de Hiroshima”, escribe Duras en el guión. La mirada de Resnais rehace la pasión desmesurada de Duras y encuentra en los cuadros, en el montaje, y en los personajes, un precioso y acompasado movimiento con la rara belleza de los textos que inundan cada escena; palabras que escriben y reescriben una historia, dos historias, necesarias, aunque te acaben, te maten, te humillen, te quemen. Hay una danza latente, trágica, que este filme –en la construcción de sus propios espacio y tiempo–, necesita y repite como un mantra: la pérdida irreparable, la necesidad del olvido. El alivio de dejar atrás lo que deseas dejar atrás.