EL — Tú no has visto nada en Hiroshima. Nada.
ELLA — He visto todo, todo... también el hospital, estoy segura. El hospital existe en Hiroshima. Imposible no verlo.
EL — No has visto ningún hospital en Hiroshima. Tu no has visto nada en Hiroshima.
ELLA — Cuatro veces, en el museo.
EL — ¿Qué museo en Hiroshima?
ELLA — Cuatro veces en el museo de Hiroshima, he visto pasear a la gente, pensativa, entre las fotografías y las maquetas, a falta de otra cosa. Las explicaciones, a falta de otra cosa. Cuatro veces en el Museo de Hiroshima he observado a la gente, a mí misma, pensativa. El hierro... el hierro quemado, vulnerable como la carne. Cápsulas como flores... ¿quién lo hubiera pensado? Pieles humanas flotando, sobreviviendo... conservando aún la frescura de sus sentimientos.Piedras... piedras quemadas... piedras destrozadas. Cabelleras anónimas de las mujeres de Hiroshima, que habían perdido totalmente a la mañana al despertarse. Sentí mucho calor en la Plaza de la Paz. Diez mil grados en la Plaza de la Paz. Yo lo sé. La temperatura del sol en la Plaza de la Paz. ¿Cómo ignorarlo? La hierba, así de simple.
EL — Tú no has visto nada en Hiroshima. Nada.
…
ÉL.— ¿Por eso me dejaste subir a tu habitación anoche...? ¿porque era tu último día en Hiroshima?
ÉL.— ¿Por eso me dejaste subir a tu habitación anoche...? ¿porque era tu último día en Hiroshima?
ELLA. — No, en absoluto. Ni siquiera lo pensé.
ÉL. — Cuando hablas, me pregunto si estás mintiendo o si dices la verdad.
ELLA. — Estoy mintiendo. Y digo la verdad. Pero a ti no hay razón para que te mienta. ¿Para qué?
ÉL. — Dime... ¿te pasan a menudo historias como... ésta?
ELLA. — No muy a menudo. Me gustan los chicos...
(Pausa)
ELLA. — Soy de dudosa moralidad, ¿sabes?
(Sonríe)
ÉL. — ¿A qué llamas tú una dudosa moralidad?
(Tono muy ligero)
ELLA. — A dudar de la moralidad de los demás.
(Él se ríe con ganas)
ÉL. — Me gustaría volver a verte. Aunque el avión salga mañana por la mañana. Aunque seas de una dudosa moralidad.
…
ELLA — Y te encuentro a ti.
ELLA — Y te encuentro a ti.
Te recuerdo. ¿Quién eres?
Me estás matando.
Eres mi vida.
¿Cómo iba yo a imaginarme que esta ciudad
estuviera hecha a la medida del amor?
¿Cómo iba a imaginarme que estuvieras hecho a la medida
de mi mismo cuerpo?
Me gustas. Qué acontecimiento. Me gustas.
Qué lentitud, de pronto.
Qué Dulzura.
Tú no puedes saber.
Me estás matando.
Eres mi vida.
Tengo tiempo de sobra. Te lo ruego.
Devórame.
Defórmame hasta la fealdad.
¿Por qué no tú?
¿Por qué no tú, en esta ciudad y en esta noche tan semejante a las demás que se
Defórmame hasta la fealdad.
¿Por qué no tú?
¿Por qué no tú, en esta ciudad y en esta noche tan semejante a las demás que se
confunde con ellas?
Te lo ruego...
Te lo ruego...
…
ELLA — Hi-ro-shi-ma. Tengo que cerrar los ojos para acordarme... (frase no incluida en el film). Quiero decir acordarme de cómo, en Francia, antes de venir aquí, me acordaba de Hiroshima. Siempre pasa lo mismo con los recuerdos...
Fragmentos del guión del film de Alain Resnais, escrito por Marguerite Duras.
ELLA — Hi-ro-shi-ma. Tengo que cerrar los ojos para acordarme... (frase no incluida en el film). Quiero decir acordarme de cómo, en Francia, antes de venir aquí, me acordaba de Hiroshima. Siempre pasa lo mismo con los recuerdos...
Fragmentos del guión del film de Alain Resnais, escrito por Marguerite Duras.
Hiroshima mon amour (1959)
Dirección: Alain Resnais
Dirección: Alain Resnais
Guión: Marguerite Duras
Elenco: Emmanuelle Riva, Eiji Okada