18 de junio de 2008

El Eternauta - ¿Dónde está Oesterheld?


"Era de madrugada, apenas las tres. No había una luz en las casas de la vecindad [....] ...de pronto un crujido, un crujido en la silla enfrente mío, la silla que siempre ocupan los que vienen a charlar conmigo..."

“El Eternauta” ha sido -y sigue siéndolo- la obra monumental del género de la historieta creada en la Argentina, cuya excepcionalidad radicó en la potencia de una historia que logró trascender generaciones y fronteras desde su aparición en 1957 en la revista Hora Cero. Creada por Héctor Gérman Oesterheld (1917-1977) con el dibujante Francisco Solano López, El Eternauta es la historia de Juan Salvo, un hombre perdido en el espacio-tiempo, y la de la invasión de los “Ellos”, seres de otro mundo capaces de esclavizar a cuanta civilización encuentren en la Tierra.
La de Salvo, el personaje que concibe Oesterheld como un héroe sin capa, sin superpoderes, con miedos y sangre mortal, es la historia de la aventura de ese hombre común que vive la invasión a Buenos Aires y de su lucha desde la resistencia. Oesterheld encuentra el punto de partida con el personaje de un guionista de historietas que una noche, trabajando en su escritorio, de pronto, frente a él, cruje una silla vacía. Sobre ella se corporiza un hombre que dice llamarse el Eternauta. Ese será el punto de partida para que el guionista -premonitorio- y el dibujante corporicen magistralmente la historia de este viajero que viene un mundo lejano, de un tiempo lejano.
Comenzará allí la historia de un mundo que cambia, donde la gente muere al ser tocada por una nieve fosforescente, de invasores extraterrestres, de los “Ellos” que nunca se ven y utilizan a seres de otros planetas para sus ataques con Cascarudos, Hombres-robots y Manos, es la historia de glándulas de la muerte implantadas, de dominadores y dominados. Y de los que resisten: de Juan Salvo, su esposa Elena, su hija Martita y un pequeño grupo de amigos.
Volver sobre El Eternauta, este héroe lejos de aquellos que idolatrábamos de niños, a esta altura de la vida resulta inevitable. El dolor ya no está anestesiado. Aún está en nuestro pecho.
Se han cumplido 50 años del nacimiento de esta historieta que fue traducida a tantos idiomas, pero también se cumplieron 30 años de la detención de Oesterheld en La Plata en 1977 y de su posterior desaparición por la dictadura militar argentina (junto con sus cuatro hijas y sus dos yernos). Militante de Montoneros, fue visto por última vez en un centro clandestino de detención en 1978.
Oesterheld: “Siempre me fascino la idea de un Robinson Crusoe...El Eternauta, inicialmente, fue mi versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, pero, no ya por el mar sino por la muerte. Tampoco el hombre solo de Robinson, sino el hombre con familia, con amigos. Por eso la partida de truco, por eso la pequeña familia que duerme en el chalet de Vicente López, ajena a la invasión que le viene. Ese fue el planteo (…) Ahora que lo pienso, se me ocurre que quizás por esta falta de héroe central, El Eternauta es una de mis historias que recuerdo con más placer. El héroe verdadero de El Eternauta es un Héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir intimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.
La historia argentina de los últimos cincuenta años, que es la historia de la barbarie humana cometida en tantas naciones, impregna y se refleja en El Eternauta. Pero la obra de Oesterheld-Solano López, la trasciende. Su carácter universal lo alcanza porque, si bien hay una correspondencia política con lo que sucedía en los 60’ y 70’ en esta región del planeta, la historieta dice del poder, de su ejercicio malsano, de las miserias del hombre, de sus miedos, de la exclusión y su responsabilidad en la muerte de millones de seres humanos en nuestro planeta. La visión humanista, de una ética de la solidaridad y del respeto de las diferencias, son las banderas que Oesterheld planta, y que hacen de El Eternauta uno de los grandes relatos contemporáneos contra la muerte, el odio y el sometimiento.

Juan Salvo: “Ahora no es tiempo de odiar, es tiempo de luchar”.