Pasó mayo a torrentes, atravesándome como lo haría un soberbio río por su cauce. Aunque este otoño nos bañe de tardes luminosas de sol que se cuelan por el balcón, he vuelto a pensar en la muerte. Tengo a Joy Division de banda de sonido nocturna y esa voz puede contra el frío de la madrugada.
No creo en los aniversarios, no creo en aquello que las personas congelan en un calendario. Pero pasó mayo y he vuelto sobre esas canciones, sobre Ian Curtis, y sobre qué mierda pasó por tu cabeza el día que hiciste esos nudos en la cuerda y remontaste tu cuerpo para dejarlo caer en picada. No sé si sería de tarde o de mañana, si haría frío o cómo desandarías tu partida. ¿Era mediado de mayo? Ni siquiera he estado en Manchester, y apenas era un crío que ni sabía de tus canciones cuando te colgaste hasta conseguir esa rigidez que vamos conociendo con los años, cuando los amigos los padres los desconocidos se van yendo del lado mortal del mundo.
Por ese tiempo, 1980, aquí, en Argentina, un grupo de locos organizados mataban a las personas, las torturaban y las desaparecían. Crecimos con los ojos vendados.
Pero hemos ido creciendo y la muerte empezó a asolarnos como todo en la vida.
La muerte, he pensado por mucho tiempo, la sentía como algo tan estúpido como injusto, o más, que era una mierda. Pero al crecer –eso que el paso de los años nos hace creer a veces que no es tan malo–, me fui retractando de esa idea hasta guarecerme en el silencio. En ese silencio donde crecen las preguntas que solo el viento, los años, y nuestros pasos, saben responder.
Nadie estuvo allí para desatar el estúpido nudo de tu decisión cuando recién colgabas y todavía tenías oxígeno en la sangre. Coupland tiene razón cuando dice que se nos enseña a esperar la felicidad pero nunca un plan B para poner en práctica en su ausencia.
Tengo canciones como Transmission, Atmosphere y Love will tear us apart en mi cabeza sonando ahora. Justo esta última, para Kurt Cobain era de las más hermosas de todos los tiempos.
Nos ha quedado sobrevolando un hechizo sobrenatural, los espasmos de esa danza perdida, tu voz oscura y fantasmal en mi cabeza. Ahora me entero que hicieron una película sobre vos: tu vida revisitada en un film de Anton Corbijn que se está en etapa de estreno.
No dejo de pensar de vez en cuando: menuda mierda es la muerte. Hay rutas que tienen finales que desconocemos, caminos obsesivos, melancólicos, autodestructivos, románticos, furiosos, fantasmales, atormentados, hasta que perdemos el control y nos estrellamos sin más.
Te has ido. Aquí siempre nos quedan muchas preguntas sin responder.
El amor nos une.
“El amor nos separará, otra vez”.
Pd. creo que Cobain tenía razón. Aquí está “Love will tear us apart” en versión BBC remozada: http://www.youtube.com/watch?v=3Ii8m1jgn_M&feature=related
No creo en los aniversarios, no creo en aquello que las personas congelan en un calendario. Pero pasó mayo y he vuelto sobre esas canciones, sobre Ian Curtis, y sobre qué mierda pasó por tu cabeza el día que hiciste esos nudos en la cuerda y remontaste tu cuerpo para dejarlo caer en picada. No sé si sería de tarde o de mañana, si haría frío o cómo desandarías tu partida. ¿Era mediado de mayo? Ni siquiera he estado en Manchester, y apenas era un crío que ni sabía de tus canciones cuando te colgaste hasta conseguir esa rigidez que vamos conociendo con los años, cuando los amigos los padres los desconocidos se van yendo del lado mortal del mundo.
Por ese tiempo, 1980, aquí, en Argentina, un grupo de locos organizados mataban a las personas, las torturaban y las desaparecían. Crecimos con los ojos vendados.
Pero hemos ido creciendo y la muerte empezó a asolarnos como todo en la vida.
La muerte, he pensado por mucho tiempo, la sentía como algo tan estúpido como injusto, o más, que era una mierda. Pero al crecer –eso que el paso de los años nos hace creer a veces que no es tan malo–, me fui retractando de esa idea hasta guarecerme en el silencio. En ese silencio donde crecen las preguntas que solo el viento, los años, y nuestros pasos, saben responder.
Nadie estuvo allí para desatar el estúpido nudo de tu decisión cuando recién colgabas y todavía tenías oxígeno en la sangre. Coupland tiene razón cuando dice que se nos enseña a esperar la felicidad pero nunca un plan B para poner en práctica en su ausencia.
Tengo canciones como Transmission, Atmosphere y Love will tear us apart en mi cabeza sonando ahora. Justo esta última, para Kurt Cobain era de las más hermosas de todos los tiempos.
Nos ha quedado sobrevolando un hechizo sobrenatural, los espasmos de esa danza perdida, tu voz oscura y fantasmal en mi cabeza. Ahora me entero que hicieron una película sobre vos: tu vida revisitada en un film de Anton Corbijn que se está en etapa de estreno.
No dejo de pensar de vez en cuando: menuda mierda es la muerte. Hay rutas que tienen finales que desconocemos, caminos obsesivos, melancólicos, autodestructivos, románticos, furiosos, fantasmales, atormentados, hasta que perdemos el control y nos estrellamos sin más.
Te has ido. Aquí siempre nos quedan muchas preguntas sin responder.
El amor nos une.
“El amor nos separará, otra vez”.
Pd. creo que Cobain tenía razón. Aquí está “Love will tear us apart” en versión BBC remozada: http://www.youtube.com/watch?v=3Ii8m1jgn_M&feature=related