MARTES. Otoño, hubo sol, ningún lugar.
Feromonas: sustancias químicas secretadas con el fin de provocar un comportamiento de atracción sexual determinado en otro individuo de la misma especie. Vaya definición. La química del amor es uno de esos territorios que no reconoce fronteras ni dimensiones. La obra de Sophie Calle, tampoco, eso creo. A propósito, nadie aclara cuándo se vence o se empieza a extinguir la dichosa sustancia. Sino preguntáselo a la linda de Sophie, mi obsesión por estos días vaya uno a saber por qué. Seguramente porque siempre nos estamos yendo por amor, estamos cruzando un océano por amor, nos estamos mudando por amor, y también porque nos estamos quebrando por amor.
Hace más o menos tres años, Sophie Calle recibió un e-mail de ruptura que leyó en la pantalla de su teléfono mientras estaba de viaje, en Tokio. “Prenez soin de vous (cuidate)”, le escribiría su amante G. a modo de despedida en ese mail. “No era la carta de un sinvergüenza, pero terminaba con la frase Prenez soin de vous. Y eso me indignó”. Las cartas de amor, cito a Enrique Vila-Matas que cita Fernando Pessoa, son ridículas. Ridículas. “¿Pero que decir de las de ruptura? Sin duda también pueden serlo”.
Las despedidas pueden ser silenciosas, frescas, tristes, aterradoras. Gaby, mi amiga desembarcada hacía poco de Londres y Ámsterdam, un día, una mañana platense de hace ya varios veranos, me había dejado una nota luego de tanto vivir(nos): “el tiempo que choca en los bordes del espacio. Lo mejor es levantarse e irse”. Allí empecé a dejar de tratar de entender acerca de las partidas.
Pero cómo interpretar la despedida que recibió Sophie cuando me entero que ese “prenez soin de vous” podía también traducirse por “Que dios te ampare”. Tienes razón Enrique: es razón suficiente para sentir un cierto escalofrío. En ese e-mail de despedida de G. se leían una serie de explicaciones que desembocaban en esa glacial despedida. La del escalofrío.
“Al no saber cómo responder, le pedí a 107 mujeres que la interpretaran según sus profesiones, la analizaran, comentaran, actuaran, bailaran y cantaran en mi lugar. Entre otras profesiones, convoqué a una mediadora familiar, una jueza, una criminóloga, escritoras, actrices, cantantes”, dijo tiempo después Calle. Así comenzó una de las más interesantes aventuras estéticas de los últimos años, el libro “Prenez soin de vous”. En él encontramos bailarinas, criminólogas, periodistas, astrólogas, poetas, matemáticas, dramaturgas, traductoras, pintoras: todas interpretando, subrayando, mordiendo, analizando sintácticamente, decodificando el mensaje de G.
“Recibí un e-mail de ruptura”, explica Sophie en su libro. "No supe qué responder. Fue como si no fuera conmigo aquello. Terminaba diciendo: 'Cuídate'. Tomé la recomendación al pie de la letra. Le pedí a 107 mujeres que me ayudaran a interpretar el e-mail. Que lo analizaran, lo comentaran, lo representaran, lo bailaran, lo cantaran, lo disecaran, lo agotaran. Que hicieran el trabajo de comprender por mí. Que hablaran en mi lugar. Una manera de tomarme mi tiempo para romper. A mi ritmo. En definitiva, cuidarme”. En las páginas finales de su libro aparece fotografiada una cacatúa que también lee el e-mail de G. y acaba metiendo su pezuña en él. Puede que haya cartas de amor ridículas, pero también las hay muy peligrosas, dispara Vila-Matas.
¿La ruptura de un amor es asunto íntimo, personal?. No al menos para Sophie. Al contrario, se inscribe en un campo común, universal. ¿Quién no ha cruzado, en algún momento de su vida, por una historia así? Alan Pauls escribió sobre el amor después del amor en su novela El pasado. Y Woody Allen dijo: “Mi mujer se fue con otro; entonces, yo la dejé”.
La historia de un amor hecho trizas fue a dar a cada una de esas mujeres que trabajaron desde su propio lenguaje profesional. Una periodista de la Agencia France-Presse escribió una información, una especialista en palabras cruzadas hizo un crucigrama con el contenido del email; una lingüista le corrigió las faltas de ortografía y de estilo; una doctora en física comparó la ruptura del átomo con una ruptura sentimental y una jueza estableció un paralelo entre un contrato inmobiliario y un contrato amoroso. Todo fue fotografiado o filmado y forma parte de la exposición.
Feromonas: sustancias químicas secretadas con el fin de provocar un comportamiento de atracción sexual determinado en otro individuo de la misma especie. Vaya definición. La química del amor es uno de esos territorios que no reconoce fronteras ni dimensiones. La obra de Sophie Calle, tampoco, eso creo. A propósito, nadie aclara cuándo se vence o se empieza a extinguir la dichosa sustancia. Sino preguntáselo a la linda de Sophie, mi obsesión por estos días vaya uno a saber por qué. Seguramente porque siempre nos estamos yendo por amor, estamos cruzando un océano por amor, nos estamos mudando por amor, y también porque nos estamos quebrando por amor.
Hace más o menos tres años, Sophie Calle recibió un e-mail de ruptura que leyó en la pantalla de su teléfono mientras estaba de viaje, en Tokio. “Prenez soin de vous (cuidate)”, le escribiría su amante G. a modo de despedida en ese mail. “No era la carta de un sinvergüenza, pero terminaba con la frase Prenez soin de vous. Y eso me indignó”. Las cartas de amor, cito a Enrique Vila-Matas que cita Fernando Pessoa, son ridículas. Ridículas. “¿Pero que decir de las de ruptura? Sin duda también pueden serlo”.
Las despedidas pueden ser silenciosas, frescas, tristes, aterradoras. Gaby, mi amiga desembarcada hacía poco de Londres y Ámsterdam, un día, una mañana platense de hace ya varios veranos, me había dejado una nota luego de tanto vivir(nos): “el tiempo que choca en los bordes del espacio. Lo mejor es levantarse e irse”. Allí empecé a dejar de tratar de entender acerca de las partidas.
Pero cómo interpretar la despedida que recibió Sophie cuando me entero que ese “prenez soin de vous” podía también traducirse por “Que dios te ampare”. Tienes razón Enrique: es razón suficiente para sentir un cierto escalofrío. En ese e-mail de despedida de G. se leían una serie de explicaciones que desembocaban en esa glacial despedida. La del escalofrío.
“Al no saber cómo responder, le pedí a 107 mujeres que la interpretaran según sus profesiones, la analizaran, comentaran, actuaran, bailaran y cantaran en mi lugar. Entre otras profesiones, convoqué a una mediadora familiar, una jueza, una criminóloga, escritoras, actrices, cantantes”, dijo tiempo después Calle. Así comenzó una de las más interesantes aventuras estéticas de los últimos años, el libro “Prenez soin de vous”. En él encontramos bailarinas, criminólogas, periodistas, astrólogas, poetas, matemáticas, dramaturgas, traductoras, pintoras: todas interpretando, subrayando, mordiendo, analizando sintácticamente, decodificando el mensaje de G.
“Recibí un e-mail de ruptura”, explica Sophie en su libro. "No supe qué responder. Fue como si no fuera conmigo aquello. Terminaba diciendo: 'Cuídate'. Tomé la recomendación al pie de la letra. Le pedí a 107 mujeres que me ayudaran a interpretar el e-mail. Que lo analizaran, lo comentaran, lo representaran, lo bailaran, lo cantaran, lo disecaran, lo agotaran. Que hicieran el trabajo de comprender por mí. Que hablaran en mi lugar. Una manera de tomarme mi tiempo para romper. A mi ritmo. En definitiva, cuidarme”. En las páginas finales de su libro aparece fotografiada una cacatúa que también lee el e-mail de G. y acaba metiendo su pezuña en él. Puede que haya cartas de amor ridículas, pero también las hay muy peligrosas, dispara Vila-Matas.
¿La ruptura de un amor es asunto íntimo, personal?. No al menos para Sophie. Al contrario, se inscribe en un campo común, universal. ¿Quién no ha cruzado, en algún momento de su vida, por una historia así? Alan Pauls escribió sobre el amor después del amor en su novela El pasado. Y Woody Allen dijo: “Mi mujer se fue con otro; entonces, yo la dejé”.
La historia de un amor hecho trizas fue a dar a cada una de esas mujeres que trabajaron desde su propio lenguaje profesional. Una periodista de la Agencia France-Presse escribió una información, una especialista en palabras cruzadas hizo un crucigrama con el contenido del email; una lingüista le corrigió las faltas de ortografía y de estilo; una doctora en física comparó la ruptura del átomo con una ruptura sentimental y una jueza estableció un paralelo entre un contrato inmobiliario y un contrato amoroso. Todo fue fotografiado o filmado y forma parte de la exposición.
-¿Hizo todo eso para vengarse?
-Me lo pregunté al comienzo. Pero no. Fue una forma de exorcizar mi propia impotencia. Me sentí incapaz de responder sola y terminé pidiendo ayuda.
-¿Y le sirvió para olvidar?
-En realidad, dos meses después de comenzar a recoger testimonios, rogaba que ese hombre no reapareciera. En ese momento solo me importaba el proyecto artístico.
-¿Ese hombre volvió alguna vez?
-No.
Fotografía: Sophie Calle. Escritura sobre sí misma.